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ENTRADAS

El niño de la voz rota que cantaba a la luna para curarla cada noche. No es una fábula.
La carrera de Álvaro es una de esas que no sabes qué fue antes, si el estribillo perfecto o el primer acorde.
Don innato. Una de esas carreras fulgurantes donde sus canciones están en boca de todos antes de saber su nombre.
En 2017 explota todo. “Indios y Vaqueros” copa el nº1 en las radios, las listas de streaming, se acumulan los discos de metal y todo el mundo corea su estribillo antes de saber si Sinsinati (el nombre de su grupo), se escribe como suena o acepta alguna “S” más. A este hit le siguen “Cuando éramos dos” y “Mi lugar” con parejo resultado. Cada nuevo sencillo del grupo se traduce en un nuevo espaldarazo por parte del público y la radio comercial.
En 2020 comienza su carrera musical en solitario. No da ni siquiera tiempo a la crítica o al fandom para pensar si será capaz de repetir éxito en esta nueva etapa cuando lanza su primer sencillo: “Juramento eterno de sal”; himno instantáneo atemporal que sigue sonando a estreno dos años después.
“Levantaremos al sol” es una ópera prima que no pretende serlo. Es una apología al adiós que se resiste, al amor que abandona la fiesta y tienes que seguir bailando para que no se note cuando todas las canciones te recuerdan a ella, al dolor acompasado y a un perdón que ya no sirve por su vuelo retrasado pero también a esperanza comedida, a promesas en la playa, a desvivirse de las ganas.
De la mano de Paco Salazar como productor, Álvaro coquetea de una forma nativa entre el pop rock, el folk y lo urbano confirmando gracias a su voz que, en lo que respecta a la música con corazón menos siempre es mucho más.
Hasta este disco pensaba que la melancolía con buena prensa solo estaba destinada a nacer en Brasil o Portugal. Gracias Álvaro por ser la voz rota que el país necesitaba sin saberlo.
Rayden